domingo, 17 de octubre de 2010

LA HOMOFOBIA: UN CÁNCER QUE AFECTA A LA SOCIEDAD HUMANA


Investigación: Abraham Puche
C.N.P. 12.106
A propósito del programa de CONTRANATURA del pasado sábado 16 de octubre, donde hablamos sobre la homofobia, les presento un completo trabajo de investigación sobre el tema, además de consejos útiles para superar esta patología mental, emocional y espiritual.
El término homofobia se refiere a la aversión, odio, prejuicio o discriminación contra hombres o mujeres homosexuales, aunque también se incluye a las demás personas que integran a la diversidad sexual, como es el caso de bisexuales o transexuales, y las que mantienen actitudes o hábitos comúnmente asociados al otro sexo, como los metrosexuales y las personas «plumíferas». El adjetivo correspondiente es «homofóbico».
Este término combina las palabras griegas fobia (‘miedo’), con homo, apócope de «homosexual» (‘sexo con lo igual’), formado por el prefijo homo (‘igual’) y sexual. No debe confundirse con el prefijo en latín, homo, que significa ‘hombre’. El significado corriente es ‘fobia a la homosexualidad’.

En el sentido de fobia a la homosexualidad, la palabra fue utilizada por vez primera, en inglés, en 1971 por el psicólogo estadounidense George Weinberg, quien afirmó haberla pensado por primera vez en una charla que dio a un grupo homófilo y se popularizó gracias a su libro Society and the Healthy Homosexual (‘la sociedad y el homosexual sano’) de 1971.
Homofobia no es un término estrictamente psiquiátrico. Se calcula que cada dos días una persona homosexual es asesinada en el mundo debido a actos violentos vinculados a la homofobia (1). Amnistía Internacional denuncia que más de 70 países persiguen aún a los homosexuales y ocho los condenan a muerte (2).

La homofobia no es algo innato a los seres humanos. Como todo lo que un humano hace, la homofobia se aprende. Aprendemos a odiar a quienes son considerados menos humanos, a través de los mensajes que nos envía la familia y la sociedad y dejar de ser homofóbico no es fácil, pues implica superar aprendizajes inconscientes de miedo y superar el miedo a ser excluidos por no agredir a los diferentes, como lo exige la sociedad. La homofobia se aprende y se trasmite en un proceso social.

Los primeros y más poderosos mensajes homofóbicos los recibimos en la infancia, de una manera traumática. Difícilmente algún padre o madre lo sentaron en sus piernas y le explicaron porque no les gustaría que fueran homosexuales o lesbianas. En cambio cuando expresaron un gesto o una palabra que no se consideraban “correctos” para los hombres o las mujeres, inmediatamente recibieron un castigo verbal o físico. De esta manera es como la mayoría aprendimos que ser “identificados” como homosexuales o lesbianas, nos ponía en peligro, y a partir de entonces desarrollamos toda una serie de estrategias para evitar este riesgo independientemente de si lo somos o no. Y así es como la homofobia nos mutila a todos los seres humanos.


Antecedentes históricos

La sodomía en la Edad Media y en la Edad Moderna incluía a diversos «actos contra natura», pero principalmente era empleado en el caso del sexo anal. El origen del término está en la Biblia, en la historia de Sodoma y Gomorra (Génesis 19:1-26). La identificación del «pecado de Sodoma» con el sexo anal y no con la falta de hospitalidad o la lujuria en general, se documenta por primera vez en san Agustín (354-430). No será hasta el siglo XI que aparezca la palabra «sodomía» en el Liber Gommorrhianus del monje benedictino Petrus Damianus, para el que la palabra incluía todas aquellas actividades sexuales que no servían para la reproducción. Debido a que las palabras para denominar la homosexualidad no aparecieron hasta el siglo XIX, se empleaba el término «sodomita» para denominar a los hombres que tenían relaciones sexuales con otros hombres. Las lesbianas eran ignoradas en gran medida, aunque mujeres que practicasen el sexo anal también caían bajo el epíteto «sodomita».

Quema del caballero de Hohenberg y de su sirviente condenados a morir en la hoguera por sodomía junto a la muralla de Zúrich, 1482.

Las leyes contra la sodomía se mantuvieron en los países europeos y, en general, en las naciones occidentales hasta los siglos XIX y XX. En Francia, las leyes contra la sodomía fueron anuladas durante la Revolución francesa. En Inglaterra Enrique VIII de Inglaterra introdujo la Buggery Act en 1533, que castigaba la sodomía (llamada buggery) con la horca. La ley no fue eliminada hasta 1861. En Alemania el párrafo 175 no fue completamente abolido hasta 1994.

Este fenómeno se hizo presente en la política de algunos gobiernos durante todo el último siglo, tanto democráticos como autoritarios, algunos ejemplos son el régimen nacionalsocialista en Alemania (liderado por Adolf Hitler, 1933-1945), el régimen franquista en España (1939-1975), el período dictatorial conocido como “Proceso de Reorganización Nacional” argentino (1976-1983). También lo son los gobiernos democráticos, como por ejemplo el de Nicaragua, que bajo el artículo 204, castiga la sodomía bajo penas de 1 a 3 años de cárcel (artículo que aún sigue vigente); también otras democracias han tenido legislaciones y actuaciones homófobas, como por ejemplo en Alemania Occidental, dónde la homosexualidad fue delito hasta 1969.


La homofobia en la actualidad

La homosexualidad sigue siendo delito en muchos países, aunque su número haya disminuido considerablemente en los últimos años. Según Amnistía Internacional, en 2007 existen más de 70 países cuyas legislaciones contemplan penas por la homosexualidad.

La homosexualidad está penada legalmente en India, ciertas zonas de África, así como en otros países como Guyana, Malasia, Papúa Nueva Guinea, algunas repúblicas de Asia central y en un gran número de países islámicos (Oriente Próximo y Medio, norte de África).

La pena de muerte por tener relaciones homosexuales o por sodomía existe en los siguientes países: Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Irán, Mauritania, algunos estados del norte de Nigeria, Somalia, Sudán y Yemen.

En el caso de los Emiratos Árabes Unidos, las relaciones sexuales extramatrimoniales se pueden condenar con la muerte y el artículo 354 del código penal federal, que trata de la violación de mujeres y hombres, podría ser interpretado como incluyendo al sexo anal consensual entre hombres.

En algunos países o regiones en las que se aplica la Sharia, como es el caso de Afganistán, donde las leyes sobre la homosexualidad no están claras, la sodomía puede ser castigada a muerte por lapidación.

En países en los que la homofobia está muy extendida, a pesar de no haber persecución estatal, las cifras de muertes pueden ser muy altas. De entre estos, es Brasil el país en el que más asesinatos de homosexuales se producen, habiéndose registrado 122 en 2007, la mitad de transexuales. Los activistas LGBT creen que la cifra puede ser superior, ya que no existe un control estadístico oficial. El segundo país e la lista es México, con unos 35 casos por año, y tercero EE.UU., con unos 25 por año (3).

Situación legal de la homosexualidad en el mundo



     Sin información

Comportamiento homosexual legal
     Matrimonio homosexual
     Uniones civiles
     Sin uniones civiles
     Reconocimiento de matrimonios homosexuales realizados en otros países

Comportamiento homosexual ilegal
     Pena menor
     Pena mayor
     Cadena perpetua
     Pena de muerte

 El Día Internacional contra la Homofobia y la Transfobia (IDAHO) se celebra el 17 de mayo con motivo de la eliminación de la homosexualidad como enfermedad en las listas de la Organización Mundial de la Salud este mismo día en el año 1990. Este día tiene como objetivo promover acciones de sensibilización para luchar contra la homofobia, la bifobia y la transfobia en los diferentes países del mundo. Del mismo modo, el objetivo es que sea declarado como tal por parte de la ONU (Organización de las Naciones Unidas).


Causas de la homofobia

Según el último informe del Instituto Nacional de Rehabilitación de los Homofóbicos en México(4), los individuos homofóbicos son producto de un control sexual extendido a todos los aspectos de su vida; de una serie de restricciones afectivas y de una desorientación que proviene de la falta de información y del temor.

El reconocimiento de la homofobia como un problema de tipo social e histórico ha proporcionado las bases para su manejo teórico y terapéutico. Varios estudiosos de la respuesta homofóbica han comentado ya que, en última instancia, la homofobia es el rechazo a la diferencia; por eso tiene todos los atributos básicos y la fuerza irracional de otros prejuicios sociales.

Después de examinar el perfil del carácter de los individuos homofóbicos, los investigadores han deducido que la homofobia está arraigada en el mismo terror a lo desconocido que determina los prejuicios raciales o religiosos, por ejemplo.

Un factor importante que mueve a los individuos homofóbicos a comportarse como lo hacen es un sentimiento de amenaza a sus formas de pensar y de vivir. Y la defensa contra esa supuesta amenaza se expresa en una respuesta combinada de rabia y paranoia.

Como en nuestra cultura los hombres están programados para las reacciones violentas y, además viven convencidos de que ser un “verdadero” hombre es más importante que ser una “verdadera” mujer, la incidencia de homofobia parece ser más alta entre los hombres que entre las mujeres.

Aunque las fijaciones homofóbicas se empiezan a perfilar desde la infancia, se sabe que las relaciones familiares no es el único factor que determina la severidad de las respuestas homofóbicas. Se ha descubierto que las relaciones extrafamiliares (en la escuela, con los amigos, con los medios de comunicación) juegan un papel decisivo en el desarrollo de los prejuicios sexuales de los niños en crecimiento. Casi no hay duda de que ya existe homofobia en un niño que rechaza determinantemente jugar con muñecas, por ejemplo o en una niña que hace lo mismo con el objeto o juegos que supuestamente simbolizan lo masculino.


Características de la homofobia

Muchos homofóbicos son en realidad homosexuales con miedo ser rechazados. Tienen un gran conflicto por que se les ha enseñado que el homosexualismo es “malo” o “pecado” o “un defecto”, algo “anormal”. Pero ellos sienten atracción hacia su mismo sexo desde que tienen uso de razón. Como mecanismo de protección entran en negación, tuercen y tergiversan sus pensamientos para no señalarse a sí mismos. Entonces crean un miedo irracional hacia “eso” que no quieren ser o con lo que no quieren ser asociados. El miedo al rechazo, la vergüenza pública o ser etiquetados los obliga a apartarse lo más posible de “eso” con lo que no quieren ser asociados.

Como consecuencia de todo este complicado proceso mental, el homofóbico intentará convencer a su audiencia de lo heterosexual que supuestamente es, con comentarios o acciones en el extremo opuesto.

La mayoría de los homofóbicos son hombres que intentarán convencerse a sí mismos y a los demás de su “hombría”. Harán uso exagerado de comentarios sexistas, hablaran de la mujeres en términos sexuales, exagerarán su atracción hacia las mujeres. El uso de comentarios como: “¡que rica!” o “¿viste esas tetas?”, “si la cojo le doy bien duro”, etc. El homofóbico que lo es por que oculta su propia homosexualidad hará esfuerzos extras por convencerte de lo mucho que le gustan las mujeres. Es muy posible que cuente descaradamente de sus muchas amantes y describirá en detalle sus encuentros sexuales.

Otra característica seria el uso excesivo de insultos que muestren su aparente “distancia” con los homosexuales. “Marico”, “pargo”, “pato”, y otras palabras usadas como insultos y deseos de humillar son una forma clara de homofobia.

En resumen: observa a aquellos que hacen lo imposible por convencer de lo “machos” que son, que quieren fascinar con sus muchas aventuras sexuales y que usan referencias de la mujeres como meros objetos sexuales y que usan palabras que denotan homosexualismo como un insulto. Es muy probable que sea un homosexual con miedo de ser “descubierto”(5).

En otras ocasiones, la homofobia no está asociada a una homosexualidad oculta, sino a prejuicios de índole religiosos. Lamentablemente, muchos grupos fundamentalistas aplican doctrinas basadas en interpretaciones literales o descontextualizadas de ciertos libros espirituales, como la Biblia, el Corán, el Bhágavad guitá, entre otros.


Miembro de la ultrafundamentalista iglesia bautista de Westboro (Kansas, Estados Unidos) portando un letrero homofóbico. En el cartel se puede leer: «Dios odia a los maricas». Esta iglesia “cristiana” también fomenta el rechazo a los católicos, musulmanes, judíos y a cualquier nación que sea abierta a la libertad de culto y a la comunidad sexodiversa.

Cabe resaltar que en Venezuela están generalizados los programas televisivos y radiales cómicos, así como sitios de entretenimiento por internet y publicaciones impresas, donde se burlan de los homosexuales a través personajes gays exageradamente afeminados o lesbianas grotescamente masculinas, en completa disociación con el sentido común (por ejemplo, generalizan que todos los hombres gays son “partidos” y acosadores sexuales). En ocasiones los asocian con actividades laborales dignas como la peluquería, el estilismo y el diseño de modas, como si fuera una labor “de maricos”, y en casos más extremos, se asocia la homosexualidad con la prostitución y el libertinaje.

Este paradigma mediático en nada favorece a lograr una sociedad inclusiva y respetuosa. Desde CONTRANATURA hacemos un llamado a las autoridades competentes a que tomen cartas en el asunto y se prohíban o modifiquen estos tipos de programas que para nada son cómicos, sino que en muchas ocasiones, rayan con la vulgaridad y la homofobia.


Porcentajes de «sí» a la pregunta «¿Debería ser aceptada la homosexualidad en la sociedad?» (2007) Tomado de Societal_attitudes_towards_homosexuality.svg‎ (2008)

     81% - 90%
     71% - 80%
     61% - 70%
     51% - 60%
     41% - 50%
     31% - 40%
     21% - 30%
     11% - 20%
     1% - 10%
     Sin datos



Relación entre los actos homofóbicos y el incremento de casos de VIH-Sida, infecciones de transmisión sexual, depresión y suicidios en el mundo

"Es todo un reto hacer que los hombres con prácticas homosexuales se preocupen por su salud sexual en una sociedad que niega el placer erótico como un fin en sí mismo. Si no cambiamos el medio ambiente social para hacer que esos hombres se sientan más confortables consigo mismos y con su entorno, ellos van a sufrir la estigmatización que día a día impone la homofobia cultural. Hay sin embargo algunos gay muy fuertes que a pesar de una cultura tan negativa hacia ellos, se sobreponen y logran crear un sentimiento de bienestar y salud sexual (…)”.

Estas son palabras del sexólogo Eli Coleman, director del Programa de Sexualidad Humana de la Universidad de Minnesota, quien ha trabajado en los últimos años sobre el tema de cómo lograr que los hombres gays realmente asuman el cuidado de su salud y como la falta de autoestima incide en esto. Dijo: "... claramente los más afectados por la epidemia son los marginados: las minorías raciales y sexuales. Si una persona no se siente bien consigo misma y tiene una autoestima muy baja, es muy difícil que cuide su salud... se requieren programas específicos para esos grupos, no sólo acerca del sida y la utilidad del condón, sino para mejorar integralmente su salud sexual”.

El especialista agrega: “Otro factor es que no existen los mecanismos sociales para integrarlos a las estructuras de la sociedad y no hay reconocimiento para las parejas gay (…) Hay tasas mucho mayores de suicidio adolescente, depresión, ansiedad, alcoholismo, comportamiento sexual compulsivo en las comunidades gay y lésbica como resultado directo del medio ambiente en que los homosexuales se ven obligados a crecer. En algunos casos, cuando ese entorno cambia, logran recuperarse, pero otros permanecen fijados en estos problemas y requieren de ayuda profesional para sobreponerse. A pesar de la mayor tolerancia actual, hay quienes aún no han podido desarrollar una autoestima positiva; sus traumas han dejado cicatrices tan profundas como las del abuso sexual. La homofobia es una forma de abuso. Existe el abuso físico, el abuso sexual, el abuso emocional, pero también el abuso cultural, y la mayoría de los gays y las lesbianas lo han sufrido”.

Coleman señala brillantemente: “Cambiar el medio ambiente social puede ayudarlos, pero es necesario el acceso específico a los cuidados de la salud. El problema es que el sistema de salud aún es uno de los ambientes más homofóbicos. Es muy improbable que los gays y las lesbianas se sientan seguros cuando entran a una institución de salud, pues saben que deben enfrentar las actitudes de rechazo por parte del personal médico. Necesitamos entrenar a nuestros profesionales de la salud para que entiendan más la diversidad sexual y no se sientan incómodos al tratar a personas diferentes a ellos y puedan brindarles una mejor atención. Tenemos que cambiar la percepción acerca de las comunidades gay, lésbica, bisexual y transgénero, para eliminar esa desconfianza hacia el sistema de salud."

El especialista concluye magistralmente: “La comunidad gay, que inicialmente respondió a la epidemia del VIH/Sida de una manera muy responsable, cambiando sus conductas sexuales, está reincidiendo en el sexo desprotegido. (…) Necesitamos una estrategia de largo plazo para enfrentar esta epidemia, pues va a durar mucho tiempo; tenemos que empezar a hablar de reducción del riesgo de una manera contextualizada. Si los gays piensan que van a tener que usar condones para el resto de sus vidas, se van a dar por vencidos; necesitamos enseñarles formas de reducir el riesgo en ciertas situaciones. (…) Necesitamos una nueva manera de abordar el Sida y ésta tiene que ver con la salud sexual, con los derechos sexuales  y con la tolerancia a la diversidad sexual. La legalización de las parejas gay y lésbicas puede ser, por ejemplo, una buena estrategia para enfrentar la epidemia del Sida."(6) (subrayado nuestro)


¿Cómo enfrentar la homofobia?
  • Los niveles de homofobia se reducen enormemente cuando las personas homófobas conocen a una lesbiana, gay o trans. No hay nada como mirar la realidad a los ojos para darse cuenta que los estereotipos no encajan.
  • Muchas de las personas que hacen comentarios hirientes sobre la homosexualidad no son conscientes del daño que nos están haciendo. Cuando lo descubren dejan de hacerlo.
  • Las opiniones homófobas son fácilmente desmontables porque están asentadas en el desconocimiento y el prejuicio, hay que hablar mucho y tener mucha paciencia.
  • Hablar de la propia orientación sexual con la gente suele fortalecer los lazos.
¿Qué hacer con los insultos? La única fuerza que tienen los y las homófobos y homófobas es nuestro miedo. El insulto sólo daña si el que la o lo recibe tiene miedo y su propia autoestima es muy baja, si el insulto lo hacemos algo nuestro se desactiva automáticamente, por ejemplo si alguien nos grita “marico”,  “cachapera”,  “camionera”, “loca”,  en lugar de darle la oportunidad de ver como nos acobardamos y así dejarlo que crezca y continúe con el derecho a insultarnos, le decimos por ejemplo y entre otras “te ganaste un premio” probablemente los dejemos sorprendidos, sin saber qué responder y por lo tanto desactivado.
Cada uno, claro, habrá de asimilar este tema según su sentido del humor, su timidez o sus características personales. También depende mucho de quién procedan los insultos y en qué circunstancias se produzcan.
Lo que está claro es que las agresiones verbales vayan dirigidas a nosotros o a otros y otras, nos van a doler dependiendo la importancia de que les demos. Hace unos años, muchos grupos de lesbianas, gays y trans decidieron darle la vuelta al lenguaje y, enorgulleciéndose de ser como eran se apropiaron de esos insultos. Se empezaron a llamar a sí mismos “maricos”, “cachaperas”, etc. y de esa manera le sacaron la carga negativa de las mismas cuando eran pronunciadas como insultos (7).
La homofobia es, en síntesis, desconocimiento de una realidad. Muchas veces, sobre todo en nuestro entorno familiar, los comentarios y ataques homofóbicos tienen (aunque suene contradictorio) una carga intrínseca de preocupación y afecto, ya que la mayoría de nuestros padres, hermanos y personas cercanas asocian equivocadamente la homosexualidad con promiscuidad, enfermedades y muerte. Y como es natural, nadie va a querer que un hijo(a) o familiar sea discriminado socialmente, sea agredido, asesinado o “muera de Sida” por ser homosexual, y de ahí provienen muchos de los comentarios homofóbicos mal canalizados.
Ante estas circunstancias, el homosexual debe dejar claro que su orientación sexual no lo hace mejor o peor persona. Se recomienda que se esfuerce por ser un mejor hijo(a), hermano(a), primo(a), sobrino(a), etc., excelente estudiante, trabajador(a) responsable, ciudadano(a) ejemplar y modelo a seguir para todos. El motivo no es complacer a nadie, sino demostrarse a sí mismo que ser gay, lesbiana o transgénero es una cuestión de orgullo. En consecuencia, se ganará el respeto de quienes lo rodean.
Solamente en casos extremos de violencia física, discriminación laboral y educativa, segregación religiosa  y maltrato psicológico y verbal, la víctima debe denunciar a sus agresores ante los organismos competentes. En Venezuela, la Defensoría del Pueblo recibe y procesa denuncias de agresiones hechas por funcionarios y/o instituciones públicas (por tratarse de una violación de los Derechos Humanos), mientras que los actos homofóbicos provenientes de particulares e instituciones privadas son procesados ante el Ministerio Público como delitos tipificados en la Constitución y demás leyes afines.

Conclusión
Depende de cada uno de nosotros(as) lograr una sociedad justa, inclusiva y equilibrada, donde todos y todas podamos ejercer libremente nuestra personalidad, tal como rezan los artículos 20 y 21 de la Constitución venezolana. No hay nada más terrible que el miedo, porque nos impide a enfrentar los retos que nos impone la vida. Ejercer nuestro derecho a la libre personalidad no debe ser censurado por nadie, y es nuestro deber atacar inteligentemente cualquier tipo de manifestación homofóbica, venga de donde venga, e independientemente de si somos o no gays. Una frase popularmente difundida resume todo lo anteriormente expuesto: “La homosexualidad no es una enfermedad, la homofobia sí”.

(1)  Sandra Par (20 abril 2000). «Cada 48 horas se produce un asesinato homófobo en el mundo» (en español). El Mundo. Consultado el 28 marzo 2007.
(2)  AI denuncia que más de 70 países persiguen aún a los gays y ocho los condenan a muerte. El País. 28-06-2007. http://www.elpais.com/articulo/sociedad/AI/denuncia/paises/persiguen/gays/condenan/muerte/elpepusoc/20070628elpepusoc_2/Tes. Consultado el 28-06-2007.
(3)  Pascal Roger-Praud (24 de abril de 2008). «Le Brésil, «champion du monde d'assassinats d'homosexuels»» (en francés). Têtu. Consultado el 4 de mayo de 2008.
(4)  http://www.dvvimss.org.mx/homofobia/La_Homofobia_Canela_Jones.pdf México
(5)  Tomado de siquiatria.blogspot.com
(6)  http://www.cecash.org.mx/diversidad-sexual/89-enfrentar-y-superar-la-homofobia/54-homofobia-y-sida.html

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