A continuación publico textualmente las recientes declaraciones del alcalde del municipio Chacao (Caracas), Emilio Graterón, sobre la tolerancia y la aceptación de la homosexualidad como un hecho social absolutamente normal y real.
Sus palabras reflejan un alto nivel de inteligencia, cordura, equilibrio, responsabilidad, empatía y amor cristiano.
La información la pueden leer directamente de su página web www.emiliograteron.org
Emilio Graterón, alcalde del municipio Chacao |
Moral Pública y Tolerancia
"Hace días recibí un correo electrónico que me impresionó: una red católica denunciaba que yo estaba promoviendo la homosexualidad. Me pregunto ¿Qué originó esta reacción?
Desde que comenzamos la transformación de la ciudad mediante la Cultura Ciudadana, se discutió mucho sobre el principio de la tolerancia relacionado con este tema. Dado que nuestra sociedad es altamente homofóbica a las posiciones morales y la enorme sensibilidad que hay sobre el tema, el asunto se ha convertido en una discusión pública en algunos círculos de la ciudad.
He sido criado en una familia católica, he sido practicante y puedo decir que he recibido una sólida formación religiosa, pero además tengo muchos amigos y amigas gays, a quienes aprecio sinceramente y conozco bien, así que me siento suficientemente bien informado como para hablar del tema desde ambas perspectivas.
En primer lugar, es muy importante que mis hermanos católicos entiendan que las posiciones agresivas y fundametalistas sobre temas morales, siempre terminan alejando más que haciendo entender a los que no entienden. Siempre debe tenerse la caridad, que Cristo tuvo con la Magdalena, la prostituta más famosa del pueblo. Les recomiendo releer ese pasaje del Evangelio.
Partiendo de la caridad cristiana, que es Amor, en definitiva los católicos debemos comprender que la homosexualidad es una realidad. Las relaciones entre las personas del mismo sexo siempre han estado en la vida de los seres humanos de una manera u otra, además, ellas en sí mismas no son un pecado como muy bien lo explicaba Juan Pablo II.
Frente a los principios morales cristianos, lo moralmente reprochable es más bien el contacto sexual homosexual y sus expresiones públicas y privadas. Esto tiene bases milenarias, de tradiciones muy antiguas y todo el que no sea católico y el que quiera serlo, debe respetar eso. Esta es una decisión personal, de cada uno. Como no pretendo dar lecciones de moral, lo dejo resumido en esta palabra: RESPETO.
Ahora bien, por el hecho de que los católicos piensen que las relaciones homosexuales son pecado ¿ellas van a dejar de ser un parte relevante e importante de la sociedad que vivimos? En mi opinión la respuesta es negativa.
Es por esto que el tema no debe reducirse a un asunto religioso sino de moral pública. Y esto que yo llamo moral pública, es simple: haz lo que quieras, pero sin ofender a nadie.
Cada persona es libre, eso es lo que nos hace humanos. Por eso podemos decidir sobre nuestras posiciones morales. En este sentido, los católicos deben respetar a quien ha tomado una decisión moral distinta. Pero eso también aplica a la inversa, debemos respetarnos mutuamente. La moral pública, en consecuencia, parte del principio de respetarnos entre nosotros, de no hacer nada que ofenda a los demás y que sea posible el equilibrio que permita la convivencia.
Ser fundamentalista y promover relaciones homosexuales públicas que ofendan a algunos tampoco es sano ya que violenta el principio básico del respeto. Tampoco es sana ninguna expresión extrema que ofenda a otros sea cual sea su naturaleza. Esta es la razón por la cual el principio de la tolerancia resulta tan sensible en el tema de la homosexualidad. Las personas gays (resumiendo Glbt) han sufrido de graves expresiones de intolerancia e irrespeto, tanto en la convivencia diaria como en lo social. Son personas que sufren de la exclusión e inclusive son agredidos física y psicológicamente de forma recurrente. Tanto así, que muchos llevan una “doble vida” por un justificado temor.
Esta realidad debe reconocerse y debe cambiar. Nadie debe ser discriminado por razón ninguna. En mí siempre encontrarán un defensor a favor del respeto para todos. Cuando digo todos me refiero a todos, sea cual sea tu religión, sea cual sea tu preferencia sexual. Respeta a quien no piensa o sienta como tú. Ese respeto, deviene en una palabra: TOLERANCIA.
Sin respeto, es imposible la tolerancia.
Para que haya PAZ, debemos respetarnos, en consecuencia, habrá tolerancia. Eso es Cultura Ciudadana.
Por eso, respondo a esta denuncia con tres palabra: respeto, tolerancia y paz. Y con una acción: buscar que los pudo haber ofendido y corregirlo".
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